Estilo y ornamento
Para mí, “estilo y ornamento” no es solo hacer el edificio ver bonito. Es la manera en que el edificio enseña su identidad, su carácter. El estilo es el tono general (cómo se ve, qué vibra tiene). El ornamento es la piel: la capa que uno ve primero. Esa piel puede enseñar una idea, una cultura, una historia. No es solamente adorno por gusto, es un mensaje visual.
Algo que entendí es que el ornamento puede estar separado de la estructura. Hablan de la idea de que hay una “pantalla” o “filtro” que define el espacio, como una piel que envuelve, y esa piel no es lo mismo que la parte que carga el peso. Esa piel se puede trabajar como tejido o como revestimiento, y se usa para comunicar algo, casi como un símbolo. Incluso cuando una pared de verdad carga, muchas veces se le dibuja encima otra capa decorada para que se lea diferente. En esa teoría, el ornamento es casi otra realidad visual que se pone encima de la estructura.
Otra cosa importante es que el ornamento no tiene que ser “formal” o “perfecto”. Puede ser raro, emocional, hasta loco. Mencionan a Gaudí y cómo Dalí lo veía: para ellos, la forma, las curvas, las texturas, todo eso no era solo función. Era también para provocar imaginación, para crear deseo, para soñar. Dalí hablaba de una arquitectura que no es solo para vivir dentro, sino también para despertar la mente, casi como si el edificio fuera una máquina para soñar. Eso rompe con lo normal y con lo lógico.
Por todo eso, yo veo el estilo y el ornamento como algo serio en el diseño. No es “maquillaje” del final. Es parte de lo que el edificio está diciendo. El estilo marca la actitud del proyecto. El ornamento es cómo esa actitud se hace visible en la piel, en la textura, en los patrones, en los detalles. A veces el ornamento se siente como una máscara puesta encima de la estructura; otras veces, como en el trabajo tipo Gaudí, la forma completa ya es ornamento. En los dos casos, el edificio no está callado. Está hablando con su superficie.
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