Bramante-Palladio
Lo que entendí es que “lo clásico” en Bramante no es copiar templos viejos, es ordenar las ideas con proporción y geometría. Usan la matemática y la perspectiva para que el espacio se entienda claro. No es nostalgia, es método: que cada parte tenga medida, relación y sentido.
El ejemplo que más me pegó es San Satiro en Milán: no había espacio real para un ábside profundo y Bramante lo resolvió con ilusión de perspectiva. Parece que el fondo se alarga, pero es truco espacial bien pensado. Ahí veo diseño al servicio del problema, no capricho.
El Tempietto me mostró otra cosa: leer lo romano sin calcarlo. Es una pieza redonda, súper proporcionada, donde columnas, base y cubierta encajan como un solo sistema. Se siente clásico porque está medido y claro, no porque copie todo igual.
Más que una estética, lo clásico aquí es una forma de pensar: claridad, proporción y lógica para que el espacio se lea de inmediato. Esa es la lección que me llevo del tema, sin prometer nada más: entender por qué funciona y reconocer ese orden cuando lo vea.
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